Blogia

El Tabalet

¿No está usted harto de Terra Mítica?

¿No está usted harto de Terra Mítica?

El fiasco en el que está a punto de convertirse Terra Mítica, significa, ni más ni menos, el fracaso de una determinada forma de hacer las cosas, que ha sido la propia del Partido Popular en la Comunidad Valenciana. Porque hay veces en las que, a la hora de analizar las cosas, hay que recordar la manera en la que se han gestado, para ver el punto al que han llegado en la actualidad. Y sobre todo si aquello que nos habían vendido se ha convertido en realidad, o bien si las intenciones que estaban tras las iniciales propuestas se han quedado en nada.Ya nadie parece acordarse de la pompa y el boato que acompañó al anuncio del parque temático, ni las engoladas palabras de Zaplana cuando anunciaba que el proyecto iba a situarnos en la cabeza de las regiones más avanzadas de Europa, ni el dinamismo del que tan orgulloso se sentía por haber sido capaz de concebir tan importante proyecto, o los fastos faraónicos del acto de su inauguración... Y eso por no hablar de las descalificaciones que merecían quienes pensaban -pensábamos- que el dinero público estaría mejor empleado en construir hospitales que en construir toboganes.

Ahora, pasados nada más que tres años, la realidad no puede ser más tozuda. El parque no despega, no llega ni de lejos al número de visitantes necesarios para asegurar su rentabilidad, no pasa de ser un parque de dimensión regional del que escasamente se benefician los negocios de la comarca (la mayor parte de visitantes del parque llegan en autobuses y ni se quedan en Benidorm; y quienes ya están en la zona, lo que se gastan en Terra Mítica no se lo gastan en otros comercios). Por otra parte, la situación de quiebra técnica en la que se encuentra la empresa, la negativa a suscribir la ampliación de capital, la pérdida de rentabilidad financiera de las Cajas, el abandono por parte de Paramount, son sólo datos que anuncian el desastre que se nos viene encima. No cabe duda que el debate sobre Terra Mítica está muy lejos de estar acabado. Los datos que nos llegan sobre lo que ocurre y, lo que es peor, lo que se propone, ponen los pelos de punta. Sobre ello tendremos, sin duda, ocasión de volver. Pero por ahora basta poner de manifiesto que Terra Mítica se está convirtiendo en un problema, ocasionado por la política irresponsable del PP valenciano.

Y porque estamos hartos de soportar esta forma de hacer las cosas, hemos decidido alzar nuestra voz, para dar nuestra opinión sobre éstas y otras tantas cosas sobre las que no debe caer el silencio. Para ello, nos hemos reunido un grupo de ciudadanos y ciudadanas de ideología progresista con el propósito de analizar de la forma más racional posible las necesidades tanto de nuestra Comunidad como, más específicamente, de nuestra ciudad, intentando aportar soluciones a los problemas de una urbe que ya está en los trescientos mil habitantes. El Tabalet quiere generar opinión en los distintos sectores de la ciudadanía así como exponer conclusiones que puedan abrir un debate ciudadano de gran calado para esta ciudad. Pero si hay algo que preocupa a este colectivo es denunciar a aquellos que tienen la responsabilidad de buscar el bien común, y se dedican a realizar actividades inconfesables que sólo les benefician a ellos. Deseosos de hacer algo, hemos decidido reunirnos periódicamente en unas tertulias informales, abiertas y desenfadadas, y, posteriormente, escribir nuestras reflexiones en este diario que nos ha abierto sus páginas, muy en línea con la tradición de tolerancia e independencia que le caracteriza.

Desde nuestro pensamiento progresista, también nos une una profunda preocupación sobre el futuro de la izquierda, que va retrocediendo elección tras elección -y no nos referimos sólo a España- sin que los esfuerzos de renovar el mensaje hayan tenido, hasta el momento, demasiado éxito. Y estamos preocupados por el hecho de que el electorado tradicional de la izquierda se quede en su casa los días en que toca ir a votar. ¿Tan poco atractivo ofrece la izquierda a su electorado tradicional que es incapaz de conseguir su movilización? Otras cosas que nos preocupan tienen relación con el papel de los partidos de izquierda en esta nuestra sociedad post-industrial, en la que el movimiento obrero y sindical tiende a desarticularse. Nos preguntamos, también, por qué el voto progresista de las clases medias, aunque se muestre crítico con ciertas políticas del Partido Popular, que chocan con la ideología liberal-progresista de esos sectores, se muestra reticente con las opciones de izquierda. Igualmente, queremos saber por qué los más bellos principios de la actuación política, tales como la Justicia y la Solidaridad, han dejado de ser referentes necesarios para esta sociedad. Y sobre todo nos duele esta Alicante nuestra de todos los demonios.

Unos hemos nacido aquí. Otros la hemos elegido para vivir. Pero al final, todos observamos desesperados cómo nuestra ciudad se desliza en una pendiente que la conduce, necesariamente, hacia la desaparición de cualquier vestigio de personalidad propia. La falta de modelo; el conformismo con un desarrollo basado en la especulación del ladrillo; la renuncia a liderar una sociedad, e incluso la indiferencia que esta propia sociedad muestra hacia su futuro, son cosas que creemos que deberían ser suficientes para movilizar a quienes nos gobiernan. Pero -¡ay dolor!- no lo hacen. Y ello despierta nuestro sentimiento de rebeldía.

Por eso hemos elegido el nombre de El Tabalet. Un instrumento muy propio de nuestro folklore, que con su redoble sirve para llamar la atención. Y también para invitar a la participación en actos colectivos. Esperamos y confiamos en que esta iniciativa que hoy nace con este artículo, sea capaz de ilusionar a nuestros conciudadanos, así como también despierte las conciencias más críticas al modelo actual de ciudad que, hoy por hoy, nos ha puesto en la cola de las ciudades españolas. Eso, y todo eso, pretendemos ser. Y nada más. Tal vez habrá quién se pregunte si esas intenciones declaradas son reales o si tendremos otras ocultas. Ese planteamiento es, probablemente, muy apropiado para quienes acumulan grandes dosis de cainismo. En cualquier caso, no queremos que el punto de atención se ponga en nosotros, sino en aquello de lo que hablamos, porque, como dijo Confucio, «cuando el dedo señala la Luna, sólo los necios se fijan en el dedo».

(*) Forman parte del colectivo El Tabalet, entre otros: Rafael Arnau, Luis Berenguer, Francisco Escudero y Alejandro Riera.

Colectivo "El Tabalet"

Privatiza ... que algo queda

Privatiza ... que algo queda

Las denuncias que frecuentemente se realizan desde los más diversos medios de comunicación, organizaciones ciudadanas y sindicatos, sobre la privatización de los servicios públicos municipales, parecen no alarmar a los ciudadanos, de tal forma que, pasan al olvido rápidamente sin suscitar el más mínimo debate o preocupación entre quienes, al fin y al cabo, como destinatarios últimos de esos servicios, los pagamos con nuestros impuestos.No se trata ahora de abrir un debate sobre la forma de prestar los servicios públicos, ni tan siquiera de afirmar la superioridad de la prestación pública sobre la privada, o viceversa. No hay que ser dogmáticos, y, por ello, no puede desprenderse de estas líneas una crítica sobre cualquier tipo de privatización. Pero siendo esto así, no se debe olvidar que, tratándose de servicios públicos, el último responsable de su funcionamiento es el poder público, con independencia de que los gestione directa, o indirectamente mediante concesión a una empresa privada.

El Ayuntamiento de Alicante acude con frecuencia a las privatizaciones, siempre justificadas en la falta de medios económicos y humanos, pero siempre caracterizadas por la ausencia de información pública sobre su coste y funcionamiento y un secretismo respecto al futuro de los distintos servicios municipales, que dan una apariencia de encubrir deliberadamente una estrategia preconcebida para, tras forzar el desmantelamiento de las diversas brigadas municipales, desviar al mercado privado, la totalidad de los servicios que el municipio tiene la obligación de prestar.

Hay además una perversión añadida a esta situación ya que estas privatizaciones son habitualmente parciales, es decir: se gestiona una parte significativa de un mismo servicio desde la empresa privada y el resto, cada vez más pequeño, con personal funcionario, sin que los límites de lo privatizado y de lo público queden claros, ni para los trabajadores de la Administración, ni para los ciudadanos. Esta situación, por sí misma preocupante, se convierte en alarmante si comprobamos que la discutible calidad de los servicios privatizados, no ha despertado en los responsables políticos la necesidad de reforzar los sistemas de control y seguimiento del cumplimiento de los contratos por parte de las concesionarias.

Las promesas de mejora y abaratamiento de los servicios no se han cumplido, la sucesión de contratas y subcontratas campan a sus anchas, sin que el Ayuntamiento coordine, ni disponga de información veraz sobre el cumplimiento de plazos ni calidad de los servicios, sumiendo frecuentemente a la ciudad en un caos que atenta contra la calidad de vida de los ciudadanos.

Hablemos, por ejemplo, del contrato de la recogida y limpieza pública, que ya en su momento dio lugar a controversia, tanto por la indefinición de los servicios, como por la escasa transparencia con que se llevó a cabo la adjudicación. Sería difícil encontrar a alguien que se muestre satisfecho de la calidad del servicio que se presta, alguien que asegure que nuestra ciudad se encuentra limpia, alguien en definitiva, que pueda defender, no ya la forma en la que se hicieron las cosas, sino cuál ha sido el resultado de esa adjudicación.

Pero con independencia de ello, habría que preguntarse si el contrato se está cumpliendo, y en todo caso sobre cuáles son las razones por las que, a día de hoy, que sepamos, no se ha sancionado ni una sola vez al contratista por la incuestionable baja calidad del servicio que presta. Del nuevo vertedero, trascurridos ya varios años de vigencia del contrato, y a pesar de que el pliego de condiciones exigía su inmediata construcción, nada se sabe. Igualmente, cabría preguntarse por la creación de los cuatro eco-parques, de obligada construcción, y a pesar de ello, sin visos de construcción inmediata, funcionando únicamente el eco-parque central, donde se acumulan los residuos sólidos sin ser distribuidos en función de su naturaleza. Lo mismo podríamos decir de la nueva escombrera que tendría que estar en funcionamiento.

Cuando el sector privado presta servicios públicos en régimen de concesión, es lógico que trate de optimizar los beneficios y reducir los gastos, más difícil de explicar resulta, que se le permita hacerlo a base de incumplir con los pliegos de condiciones, o que se renuncie desde la Administración a exigir la calidad comprometida en los mismos. La lógica de cualquier privatización es la de ofrecer un mejor servicio y eso exige que la Administración, responsable ante los ciudadanos, vigile el cumplimiento estricto de los contratos, corrija y, en su caso sancione los incumplimientos.

Hoy nuestro Ayuntamiento ha privatizado parcialmente el alumbrado público, el mantenimiento de jardines, la señalización, etcétera, y pásmense, hasta los servicios de inspección de las contratas, que deben vigilar el cumplimiento de los pliegos, han sido parcialmente privatizados. Recientemente, de un plumazo, han sido desplazados del departamento municipal de Disciplina Urbanística, un departamento «caliente» donde los haya, cuatro funcionarios cuyos puestos ocuparán al parecer trabajadores contratados. ¿Por qué?

Ante este turbio panorama, con servicios que se degradan y se encarecen, con la opacidad con la que el equipo de gobierno gestiona nuestros impuestos, cuando nos hacemos todas estas preguntas y constatamos la dejación del PP y su mayoría absoluta en el Ayuntamiento de Alicante, siempre nos ha de venir a la memoria aquello que dijo Lord Acton: «El poder tiende a corromper; el poder absoluto corrompe absolutamente».

Todo lo que quiso saber sobre Alicante pero nunca se atrevió a preguntar

Todo lo que quiso saber sobre Alicante pero nunca se atrevió a preguntar

Desde que, en el año 1979, tuvo lugar la constitución de los ayuntamientos democráticos, resulta difícil encontrar, en la ciudad de Alicante, una gestión más desastrosa que la actual. A quienes vivimos en esta ciudad nos llena de envidia, e incluso si nos ponemos melancólicos se nos llenan los ojos de lágrimas, cuando vemos cómo otras ciudades de nuestro entorno despegan mientras la nuestra ha iniciado un lento pero inexorable declive. Y para que no se nos tache de sectarios, podemos realizar el ejercicio intelectual de comparar la gestión de Alicante con la de otros ayuntamientos, igualmente gobernados por el PP. Valencia sin ir más lejos. Hace unos años, cuando los socialistas gobernaban en la Generalitat, causó furor en estas tierras del sur un cierto sentimiento de agravio comparativo, pero eso pasó al olvido porque no era más que otro de los argumentos esgrimidos por los conservadores para acceder al poder.

No vamos a ser nosotros quienes volvamos a abrir ese debate, pero no por ello debemos dejar de lamentar que ahora simplemente se oiga el silencio en defensa de nuestra ciudad, cuando antes atronaba la algarabía de muchos que aseguraban que el gobierno de la Comunidad se olvidaba de Alicante en beneficio de Valencia. El caso es que la ciudad de Valencia -y otras también, por supuesto- ha mejorado considerablemente, mientras que Alicante... ya lo pueden ver ustedes.Hace unos meses Pascual Maragall publicó un artículo, que resultó polémico, como parece ser que resulta, para algunos, todo lo que diga el presidente de la Generalitat Catalana. El artículo recibió el título de «Madrid se sale», y recogía cómo Madrid, fundamentalmente la Comunidad, había despegado en comparación con Cataluña, y de ello, alguna responsabilidad tendría quien estaba gobernando en aquellos momentos a los catalanes. Bien podríamos decir ahora, desde Alicante, que «Valencia se sale». Y ello nos llena de envidia. Y lo malo no es eso. Lo peor es ese cierto sentimiento de conformismo que nos envuelve a los alicantinos. «Menfotismo» lo llaman algunos.

Bien es cierto que parece que algunos de los más vociferantes en el periodo anterior han obtenido pingües beneficios de su silencio, pero de verdad, todavía debe quedar alguien a quien le subleve la situación actual de esta ciudad. Desde luego a nosotros nos subleva, y por eso hemos decidido empezar a hacernos preguntas. Por si alguien se digna contestarlas. Empecemos pues.
Esta ciudad no está creciendo en población, al menos en número suficiente para ocupar todas las viviendas que se están construyendo, ni tampoco se ha incrementado tanto la demanda de segunda vivienda, como para justificar el incremento de suelo urbano que se nos anuncia con ocasión de la prevista revisión del PGOU. En cualquier caso, cuanto aquí está ocurriendo parece quitarles la razón a quienes afirman que con el incremento de suelo edificable, se frenaría el incremento del precio de las viviendas, porque aquí se convierte todo el suelo en urbano, y el precio de las viviendas no cesa de subir. El urbanismo requiere planificación, y eso significa realizar previsiones sobre crecimiento y elaborar un modelo de ciudad. Pues bien, ¿cuál es el modelo de ciudad que tiene nuestro Ayuntamiento? Y relacionado con esa pregunta, ¿no le parece que el resultado de esa política urbanística, es el abandono y la degradación del centro y los barrios tradicionales de Alicante?

Y ya que hablamos de urbanismo, ¿por qué da la impresión de que las gentes de Alicante parecemos resignados a nuestra suerte asumiendo el hecho de que viviendo en una ciudad con enormes potencialidades nos estamos quedando claramente descolgados frente a otras ciudades similares, asumiendo y sufriendo la falta total de iniciativas municipales para dotar a esta ciudad de una ilusión colectiva en torno a grandes proyectos culturales, urbanísticos, participativos que nos permitan salir de estos años de reinado exclusivo de la especulación urbanística?

Por cierto, no hay que olvidar que en esta ciudad se paga dos veces la tasa de basuras y sin embargo Alicante, con poco que se viaje uno se da cuenta, es una de las capitales con más suciedad en las calles. ¿Por qué no se combate seriamente la suciedad y el deterioro progresivo de la salubridad que tanto afea y contamina nuestros espacios públicos? Y lo más alarmante, ¿por qué este ineficaz servicio de basuras tiene una concesión tan larga en el tiempo? Más preguntas. Posiblemente en los últimos años, la decisión más importante para Alicante haya sido su designación, en noviembre de 1993, como sede de la OAMI. Pues bien, el Ayuntamiento de Alicante parece ser feliz ignorando ese hecho, y no adopta iniciativa alguna encaminada a reforzar los efectos positivos de esa designación. ¿No sería oportuno adoptar medidas para convertir esta ciudad en una de las capitales mundiales de la propiedad industrial?

Desde hace años se celebra en Alicante un Festival de Música Contemporánea, al tiempo que, gracias a la generosa donación que Eusebio Sempere, tenemos un más que aceptable Museo de Arte Contemporáneo. ¿No valdría la pena insistir en la dimensión contemporánea en el terreno artístico de Alicante? Y ya que en eso deberíamos estar, tal vez nos sirviera para sustituir ese bodrio de Monumento al Soldado de Reemplazo, con el que nos obsequió el ministro de Defensa para que recordáramos que encabeza las listas del PP por esta provincia. Éstas y otras mil preguntas nos las hemos hecho. Y nos las seguiremos haciendo, porque al final pesa demasiado el silencio y no nos gustaría tener que recordar la frase de Martin Luther King: «Cuando reflexionemos sobre nuestro siglo XX, no nos parecerá lo más grave las fechorías de los malvados, sino el escandaloso silencio de las buenas personas».

(*) Forman parte del colectivo El Tabalet, entre otros: Eduardo Carrasco, Javier Macho, Luis Perán, Juan Saura.

Colectivo "El Tabalet"

Volver a empezar

Volver a empezar

En los años sesenta hubo una canción que se puso de moda -si no recordamos mal era la banda de una película americana- que venía a decir que cuando llegue septiembre todo sería maravilloso. La frase podría tener alguna relación con el melifluo guión del filme, pero poco que ver con la realidad. Esta época del año es donde más aumentan las depresiones, las consultas a los psiquiatras e incluso los suicidios, como consecuencia del síndrome post-vacacional que atraviesan quienes se encuentran al regreso de las vacaciones con la misma situación insatisfactoria, sea en el trabajo, sea en la familia.Tampoco los alicantinos podemos estar orgullosos con lo que nos ha deparado un comienzo de curso que no tiene nada de maravilloso.

Quien haya ido de vacaciones se habrá encontrado su ciudad con los mismos males con los que la había abandonado. Calles sucias; un servicio de recogida de basuras, que no es que sea manifiestamente mejorable, es que resulta difícilmente empeorable; calles cortadas por obras que de tanto hacer y deshacer nos hacen recordar al mito de Sísifo (ya saben, aquel personaje mitológico condenado por los dioses a subir eternamente a una montaña una roca, que después arrojaba por la ladera... y vuelta a empezar); un tráfico caótico; un sistema de contrataciones y adjudicaciones de obras que por ser muy moderados calificaremos sólo como de poco transparente; indefiniciones sobre la situación del Palacio de Congresos; un desarrollo urbanístico al servicio de los intereses de unos pocos, con la operación Rabasa como la madre de todas las especulaciones, en fin, lo de siempre.

Si acaso a la rutina del habitual desastre de la gestión municipal se ha añadido un caso que reviste extrema gravedad. Nos referimos a lo ocurrido con el servicio de salvamento de las playas. Después de muchos años de que el servicio fuera prestado por la Cruz Roja, algún genio del Ayuntamiento decidió que convenía cambiar y conceder el servicio a alguien, no se sabe si amigo, o quizás mostrara sus pretendidos méritos con múltiples argumentos de esos a los que los gobernantes municipales se muestran tan sensibles (y no nos hagan hablar más), o quizás se percataran que la Cruz Roja es una entidad sin ánimo de lucro, y la ausencia de ánimo de lucro se mira con desconfianza en nuestro Ayuntamiento. El caso es que la adjudicataria se apresuró a poner de manifiesto sus deficiencias: falta de personal sanitario, incumplimiento de horarios, abandono del servicio... En fin nada nuevo bajo el sol, si no fuera por el hecho de que este pasado verano ha habido un número de muertes en nuestras playas más alto del habitual, lo cual cualquiera puede poner en relación con las deficiencias del servicio, y podría provocar que se cruzara la línea de la responsabilidad política, para caer de lleno en la responsabilidad penal.

Pero la vuelta de las vacaciones sí que nos ha aportado alguna novedad. Todas estas cosas que desde «El Tabalet», y desde pocos sitios más, se venían denunciando, acostumbraban a caer en el vacío, chocando contra la indiferencia de una opinión pública alicantina que en privado se escandalizaba con cuanto pasaba en nuestro Ayuntamiento, pero no se implicaba en ponerle fin. Ahora ha pasado algo que está moviendo el cotarro, y no es ni más ni menos que la sangrienta lucha fratricida que están librando los propios concejales del PP. ¡Ha hecho falta que se peleen entre ellos para que ciertas cosas salgan a la luz pública! Bueno, dirá el conformista, algo es algo.
Las deficiencias de los contratos de servicio a la playa ha motivado una agria pelea veraniega entre dos concejales del equipo de gobierno en el que se han dicho de todo, pero gracias a eso han salido algunos datos -todavía no todos- que ponían de manifiesto la irresponsabilidad de firmar un contrato que despide el mismo olor a podrido que la Dinamarca de Hamlet.

La decisión de ubicar el Palacio de Congresos en la Sangueta es un caso típico de la forma de hacer las cosas en el Ayuntamiento. Cuando estaba realizado el proyecto para realizarlo en Campoamor, se abandona con la peregrina idea de situarlo en el Benacantil, y cuando surgen problemas, nuevo lugar, que no a todos convence, y entre esos todos se incluyen los zaplanistas-ripollistas, y al parecer también todos aquéllos que hicieron inversiones al amparo de la ubicación en el Benacantil. Y nueva pelea, y nueva filtración de datos. ¡Así van bien! Pero mientras tanto, nuevos proyectos, nuevos gastos para las arcas públicas, y ¿quién sabe qué más?
Hace tiempo que en uno de los artículos de «El Tabalet» («Privatiza, que algo queda») se denunció como una de las irregularidades del contrato de basuras el que se hubiera liberado a la concesionaria de la obligación contraída de construir cuatro ecoparques; pues bien, ahora en su pelea con Sonia Castedo, el concejal Juan Zaragoza amenaza con sacar a la luz pública esa irregularidad. ¡Hágalo, señor Zaragoza!, ¡no se corte!, así podrán saber los ciudadanos qué cosas se hacen en el Ayuntamiento. Nosotros ya lo sabemos, pero siempre habrá quien tendrá que leerlo muchas veces para decidirse a hacer algo.

Y lo más insólito de todo ha ocurrido recientemente cuando cuatro ediles (¡del gobierno, óiganlo bien, del gobierno, que no de la oposición!) reclaman un órgano que controle las adjudicaciones, porque, evidentemente, (y esto lo añadimos nosotros pero parece estar más claro que el agua) porque es presumible que existan irregularidades, o al menos falta de transparencia.
Pues, ya que han empezado, ¡no se corten, señores concejales!, les animamos desde «El Tabalet» a que sigan contando cosas, y que expliquen a los ciudadanos las cosas que pasan en el Ayuntamiento, aunque ustedes, que llevan tanto tiempo ahí dentro, hayan tardado tanto en enterarse. Por ejemplo podrían contar qué ha pasado con el Gobierno Militar, o ya que estamos en la zona, con el cine Ideal. Pero no queremos que se distraigan, que ya decía Napoleón que cuando el enemigo se está equivocando solo, no conviene distraerlo.

(*) Forman parte del colectivo El Tabalet, entre otros: Agustín Pastor, Olivia Gutiérrez y Nuria Martínez

La tierra prometida

La tierra prometida

Si en Alicante hablamos de la tierra prometida, el término bíblico nos lleva a hablar del Palacio de Congresos. Si a las tribus de Israel le costó varias generaciones llegar al lugar que Jehová les había prometido, no nos vamos a quedar a mucha distancia los alicantinos para tener algo que se promete insistentemente, pero nunca terminamos de ver cumplido en realidad, como es el Palacio de Congresos que para algunos parece ser la panacea universal. Y es que somos tan peculiares que gastamos años en definir algo que debería ser tan incuestionable como su ubicación. Bueno, incuestionable, a no ser que detrás de la elección del lugar haya intereses urbanísticos (¿les suena a ustedes raro eso de intereses urbanísticos en esta ciudad de perdición?). Así hasta hace pocos días había que pensar, al menos en cuatro posibles ubicaciones: el Benacantil, la estación de Murcia, Tabacalera, y la Sangueta, y como si se tratara de un equipo de fútbol, cada una de ellas tenía sus partidarios y sus detractores. Pero tal vez convenga, antes de entrar en discusiones que mucho tienen de bizantinas, pensar en lo que realmente representa un Palacio de Congresos en esta ciudad.Hace muchos años, Alperi aun estaba en la Cámara de Comercio, o en su «exitosa» vida de empresario, el alcalde Lassaletta creyó que esta ciudad necesitaba un recinto para atraer el turismo y dentro de esta opción, el turismo de calidad, el turismo de congresos. Después de mucho pensar tuvo encima de su mesa la idea de un Palacio de Congresos en Campoamor. El proyecto era más amplio porque formaba parte de un gran recinto cultural, y, además tenía la ventaja de que los terrenos pertenecían a la Diputación, con lo cual la construcción podía llevarse a cabo de forma rápida. Luna lo quiso poner en marcha y justo cuando ya se estaba negociando con los puestos del mercadillo, llegó don Luis a la Alcaldía. Ya habían pasado muchos años.
Alperi llegó con la Ciudad de la Luz bajo el brazo, hay que recordar aquella fiesta en el club de regatas con fuegos artificiales, en la que se vendía poco más de humo porque nadie, ni sus promotores, sabían lo que iba a ser la Ciudad de la Luz. Pero hacia esa entelequia iban a ir todas las inversiones y el proyecto del palacio se metió en un cajón y aquí paz y después gloria.
Con los años, el orondo alcalde de Alicante se dio cuenta de que esta ciudad necesitaba el dichoso palacio y propuso la peor ubicación que se le podía imaginar. De los litigios del Benacantil mejor no hablamos porque ocuparía el artículo entero, pero si tuvo un efecto positivo fue que generó una reacción en contra que demostró que, frente a las apariencias, esta sociedad no está muerta del todo.
Así es que, después de casi 15 años de tener la idea en la cabeza, ahora se ha llegado a un acuerdo para saber donde situarlo. ¡Alabado sea el Señor!, por seguir en terrenos bíblicos y por aquello de la tierra prometida.
Eso sí, el desgobierno actual, nos hace reflexionar sobre este asunto con cierto escepticismo. Como en cualquier grupo de gente, las opiniones son diversas. Unos creemos que ya iba siendo hora de que se aprobase aunque sea la declaración de intenciones para el susodicho palacio, y otros, vemos estupefactos como el propio PP se hace oposición, mientras el PSOE, imaginamos que por el bien del ciudadano, apoya a un alcalde en minoría en su propio grupo municipal.
Gracias a la oposición, a los del PP, nos hemos enterado que el palacio -cada vez que escribimos palacio nos parece que estamos hablando de algo fastuoso, algo así como una mansión para Luis XVI- va a tardar en convertirse en realidad, puede ser que un mínimo de diez años. La propia oposición, o sea, la parte del PP opuesta a Alperi, también tiene la mosca detrás de la oreja sobre el posible pelotazo urbanístico en donde el más beneficiado es un centro comercial que compró barato y que dentro de poco querrá vender cinco veces más caro a algún constructor con visión de futuro. O el beneficiado de siempre.
El caso, muy a grosso modo, es que después de que el proyecto Alperi haya dado el primer paso, el resto de ciudades de nuestro entorno ya tendrán sus propios centros de congresos, sabrán cómo atraerlos y.... al fin y al cabo no va a haber congresos para todos. Es decir, que para cuando esta ciudad esté preparada seguramente salga más barato hacer la reunión en la República Dominicana que venir a Alicante para encontrársela tan degradada como está. Eso sí, mientras tanto, unas novecientas personas vivirán en primera línea de costa y unos cuantos habrán hecho el negocio del siglo.
Pero lo que más nos sorprende, es que el PSOE no haya hecho el más mínimo alarde de desconfianza ante ciertos personajes que tiene fama de lo que tienen fama. ¿Los únicos que creen que Alperi nunca ha roto un plato son los regidores del grupo socialista? ¿Por qué no han dejado que Alperi se hunda con su propio grupo? En ocasiones la política no es una ciencia exacta, pero ¿quién pensaba que la oposición, es decir el PP, iba a votar en contra de su propio alcalde? Los socialistas lo único que han conseguido, a parte de una declaración de intenciones sobre un hipotético palacio al cual aun no han puesto las quince primeras piedras, como es habitual en los peperos, es darle un balón de oxígeno a un alcalde que cada día ve más cerca sus apoyos de Valencia que los de su propia ciudad. Y como nos descuidemos, y sabiendo que hay un buen número de socialistas que están en contra de cómo ha actuado en este tema su grupo municipal (¿será por eso por lo que Franco se ha ido a Cuba?), al final va a parecer la unidad del PP frente a la división del PSOE.
Pero no hay que olvidar cómo actúan los del PP. Nos cuentan que ahora hay que hacer un concurso público para elegir al arquitecto de tan magna edificación, sin embargo por otros lugares, cerca de la fontanería del president Camps, nos dicen que el arquitecto ya está designado. O sea, que la primera en la frente.
Y es que quien con niños se acuesta mojado se levanta. Así es que ya no se volverá a hablar de este tema hasta que los socialistas se sientan engañados por los populares, y entonces estos últimos, les recordaran hasta la saciedad que ellos votaron a favor en el pleno municipal.
Y ya por acabar y no ser pesados, lanzamos una pregunta al aire, ¿A qué espera el fiscal para investigar lo que pasa en el consistorio alicantino si hasta los del mismo partido del alcalde están diciendo a gritos que algo huele a podrido en el Ayuntamiento?
Y es que ya lo dijo John Keats refiriéndose a Arthur Cravan: «Los provocadores de naufragios no escriben su nombre más que sobre el agua».

¿Qué es, quiénes somos y para qué sirve El Tabalet?

¿Qué es, quiénes somos y para qué sirve El Tabalet?

Presentarse a si mismo en sociedad resulta siempre complicado. Es posible pecar de falsa modestia o, lo que es peor, quedar como un presuntuoso. Pero cuando un nuevo colectivo nace con la intención de expresar su opinión mensualmente en estas páginas, resulta conveniente realizar desde el principio, una declaración de intenciones y una presentación pública, es decir, algo así como la manifestación de quiénes somos y qué queremos.

Somos un grupo de ciudadanos y ciudadanas de ideología progresista, mayoritariamente militantes del PSOE aún cuando no exijamos el carnet. Los hay, entre nosotros, que no siempre han votado a ese partido. Algunos, incluso, dudan si volverlo a votar, aunque el sector socialista más militante está empeñado en conseguirlo.

Deseosos de hacer algo, hemos decidido reunirnos periódicamente en unas tertulias informales, abiertas y desenfadadas, y crear este weblog para escribir nuestras reflexiones.

Pero no sólo nos une nuestro pensamiento progresista, también una profunda preocupación sobre el futuro de la izquierda. Queremos seguir (e incluso estar presentes) en los debates que hasta el momento se están llevando a cabo sobre el futuro de la izquierda. Queremos, por ejemplo, conocer y debatir las propuestas que se están haciendo en el seno de la Internacional Socialista y el Partido de los Socialistas Europeos sobre la globalización y su enfoque desde una perspectiva de izquierdas. En este capítulo, queremos poder debatir sobre las aportaciones que están realizando Felipe González o el antiguo primer ministro danés Rasmussen.

También seguimos con interés el debate liderado por los italianos del Partido de los Demócratas de Izquierda, sobre si la Internacional Socialista y el Partido de los Socialistas Europeos deben cambiar de nombre y aceptar en su seno a otros progresistas (liberales de izquierda, verdes, etc.), o, como dicen algunos con aires despectivos, las propuestas que se hacen para convertir los partidos socialistas en algo similar al Partido Demócrata americano.

Otras cosas que nos preocupan tienen relación con el papel de los partidos de izquierda en esta nuestra sociedad post-industrial, en la que el movimiento obrero y sindical tiende a desarticularse. Nos preguntamos, también, por qué el voto progresista de clases medias, aunque se muestre crítico con ciertas políticas del Partido Popular que chocan con la ideología liberal-progresista de esos sectores, se muestra reticente con las opciones de izquierda. Igualmente, queremos saber por qué los más bellos principios de la actuación política, tales como la Justicia y la Solidaridad, han dejado de ser referentes necesarios para esta sociedad.

Y sobre todo nos duele este Alicante nuestro de todos los demonios. Unos hemos nacido aquí. Otros la hemos elegido para vivir. Pero al final, todos observamos, desesperados, cómo nuestra ciudad se desliza en una pendiente que la conduce, necesariamente, hacia la desaparición de cualquier vestigio de personalidad propia. La falta de modelo, el conformismo con un desarrollo basado en la especulación del ladrillo, la renuncia a liderar una sociedad, e, incluso, la indiferencia que esta propia sociedad muestra hacia su futuro, son cosas que creemos que deberían ser suficientes para movilizar a nuestros dirigentes. Pero - ¡ay dolor! - no lo hacen, y ello despierta nuestro sentimiento de rebeldía.

Por eso hemos elegido el nombre de "El Tabalet", un instrumento muy propio de nuestro folklore que con su redoble sirve para llamar la atención. Y también para invitar a la participación en actos colectivos.

Eso, y todo eso, pretendemos ser. Y nada más. Tal vez habrá quien se pregunte si esas intenciones declaradas son reales o si tendremos otras ocultas. Ese planteamiento es, probablemente, muy apropiado para quienes acumulan grandes dosis de cainismo. En cualquier caso, no queremos que el punto de atención se ponga en nosotros, sino en aquello de lo que hablamos, porque, como dijo Confucio: "Cuando el dedo señala la Luna, sólo los necios se fijan en el dedo".

Colectivo "El Tabalet"