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El Tabalet

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Chinatown

Chinatown

El título de este artículo coincide con el de una película que en el año 74 dirigió Roman Polanski e interpretó Jack Nicolson, en la que, por cierto, se trataba -¿causalidad?- de una trama de corrupción en la California de los años 20. Y no sé porqué nos viene a la memoria que en años pasados se hablaba de Alicante como “la California de Europa”. Pero al margen de ello, Chinatown sería el nombre correcto de lo que en castellano se llamaría Ciudad China, y no China City, como ha hecho nuestro ínclito Alcalde, al anunciar la posible construcción de no se sabe qué construcciones chinas en una ciudad de tan conocida raigambre asiática como la nuestra.
La mayoría de alicantinos, después de años conociendo al huésped de la casa consistorial sabemos que esto es una patraña más dentro de la denominada política ficción que realiza el PP en Alicante. Decimos la mayoría porque a alguien le ha gustado el anuncio. Naturalmente nos referimos al portavoz socialista que ha anunciado que, aun sin conocer el proyecto, le parece bien. Habrá algún malvado que piense que le ha gustado tanto Rabassa que ya, ante cualquier propuesta del grupo popular, le tiene que sonar a música celestial.
Todos, padres e hijos, cuando algún familiar se iba de viaje, hacemos la misma pregunta, ¿Me has traído algo?, Alperi, el cabeza visible de la gran familia alicantina nos ha regalado esta perla sin pulir.
Tras su viaje a China, sin lugar a dudas una turné con muchos beneficios para esta ciudad, don Luis ha obviado que esa “China City” ya está montada en los aledaños de la estación de autobuses, al igual que “Morocco City” está por las inmediaciones de la Plaza de Correos.
Y es que si algo hay que agradecerle a Díaz Alperi es que en pocos años ha convertido Alicante en una copia barata de los barrios de Nueva York, ya que allí también hay un Chinatown, y una Pequeña Italia, y quien sabe si incluso tendrán algún polígono urbanístico equiparable a Rabassa.
Sin embargo, seguramente después de recuperarse del jet lag, el Alcalde ha “reculado” la propuesta,y parece que ahora se lo quiere pensar. Lo cual supone alcanzar un record porque antes de saber en qué consistía la propuesta, ya la ha retirado. Hace poco se decía, con toda la razón del mundo, que el proyecto no era sino una cortina de humo para ocultar el gasto que para las arcas municipales había supuesto el viaje a China, dentro del amplio capítulo “turístico-municipal”. Sin embargo desde el Tabalet, siempre atentos a su “magnifica gestión”, tenemos una serie de propuestas que hacer a nuestro Alcalde para darle un lavado de imagen a nuestra ciudad, y que así se parezca más a esa China que acaba de visitar.
La primera propuesta es pintar un gran óleo con la cara de Don Luis Díaz Alperi, un cuadro tipo Mao, y colgarlo en los balcones del consistorio. Eso le daría un nuevo sabor a esta ciudad.
En las próximas fiestas de San Juan, la hoguera oficial de Ayuntamiento podría ser una copia de los “guerreros de Xiam”, que aquí, por darle un toque más alicantino se llamarían los “guerreros de Sant Joan”.
Dentro de nuestras propuestas, también hemos pensado en las bicicletas. Señor Alcalde, hay que hacer un carril bici. Ya sabemos que para usted las obras no son un problema, por eso desde aquí le instamos a que rápidamente de la orden de hacer el carril, porque los chinos utilizan sobradamente ese medio de locomoción.
Entre otras sugerencias le proponemos que la Ciudad de la Luz pase a llamarse la Ciudad de las Sombras, y no lo decimos por su oscura gestión, sino por aquello de las sombras chinas.
El 2006, que está a la vuelta de la esquina, declárelo el año del dragón, y lo de la muralla solo se nos ocurre instalarla en Rabassa, que está aún todo por hacer, aunque quizás, usted lo sabrá mejor que nosotros, posiblemente quepa en el Plan General de Ordenación Urbana.
Y es que, con todos los respetos, para ver como está dejando Alicante, se nos están achinando los ojos, y de arroz ya vamos sobrados.
No quisiéramos acabar sin dejar constar varios proverbios chinos que pueden ayudar a entender el Alicante del futuro, y es que “Sin tigres en el monte, el mono es rey”, o lo que es lo mismo en el país de los ciegos el tuerto es el rey, porque el Alcalde, según otro dicho, “Dibuja pasteles para matar el hambre”. En conclusión, "Cuando el dinero habla, la verdad calla." y "Si un problema tiene solución, ¿para que preocuparse? y si no tiene solución, ¿para que preocuparse?."

Había una vez un circo...

Había una vez un circo... En la vida política de la ciudad de Alicante difícilmente hay días sin sobresaltos. O al menos así debería ser, pero mucho nos tememos que la ciudadanía de esta ciudad ya se encuentra anestesiada y ni tan siquiera se asombra de las cosas que aquí están pasando. Y decimos que ni tan siquiera se asombra cuando en realidad estamos pensando que si se mantuviera el nivel de conciencia ciudadana que hubo en otros tiempos -por ejemplo durante esa transición que ahora quieren reivindicar quienes en aquellos momentos sólo tenían empeño en que nada cambiara-, deberían estar corriendo a gorrazos a más de uno. Pero adormecida la conciencia, sin pulso ciudadano, sólo unas pocas voces se levantan a protestar, y entre esas voces nos encontramos a gusto. Aun cuando sólo sea para que en un futuro nuestros hijos y nietos no nos avergüencen preguntándonos por qué no hicimos nada para solucionar este desmadre. Y eso sí que no.

Porque temas, como las meigas, "haberlos, haylos". Pero son tantos que se tapan los unos a los otros. Es cierto que el desdichado Plan Rabasa ha ocultado tantas cosas que, al final parece que no exista otro problema en Alicante. Y como dijo Ortega "no es eso, no es eso". Porque no deberíamos consentir que un problema tapara a otro. Un escándalo a otro escándalo. Sin ir más lejos hace unos días en estas mismas páginas se publicaba un fundado artículo de José Luis Valdés en el que, dentro de un colosal repaso a nuestro Alcalde, se preguntaba, sin ir más lejos, sobre el Palacio de Congresos. Y es que de aquello que tanto revuelo levantó en su día, nadie parece acordarse, y de esa manera, claro, el Alcalde y su nunca suficientemente bien ponderado equipo municipal pueden nadar en aguas tranquilas. Y que conste que decimos nadar y no navegar para que nadie piense que nos referimos a la sobradamente conocida afición que tienen algunos de ellos hacia el deporte náutico, por cierto cada vez con mayores y mejores barcos. Si es cierto que son malos administrando nuestra ciudad, en su economía privada se muestran como magníficos administradores, porque con sus sueldos pueden ahorra para adquirir ciertos signos externos, que, ya, ya.

Tal vez si algunos de ustedes no tienen esa conciencia adormecida y no han dejado de asombrarse sobre las cosas que nos rodean, les invitamos a tirar de hemeroteca y recordar los debates que hubo cuando, tras múltiples intentos, al final nuestro Ayuntamiento se decidió a señalar un lugar tan problemático como La Sangueta para situar el Palacio de Congresos. Hubo voces en diferentes sentidos, y lo que es peor, hubo connivencias y silencios clamorosos, pero, al fin y al cabo, aquello tuvo algo de positivo; por fin íbamos a tener algo que muchos pensaban que resultaba trascendental para el desarrollo de nuestra ciudad. Se establecieron plazos, se fijaron condiciones, se habló de proyectos complementarios y compensatorios… De todo aquello, ¿qué ha quedado?. Tendríamos que preguntarnos, como en el poema de Jorge Manrique, "¿qué fue de tanto galán?, ¿qué fue de tanta ilusión como trujeron?". Pues nada de nada. Pronto vino el Plan Rabasa y el escándalo que promovió vino a tapar el doloroso incumplimiento de cuanto se había prometido. Y ni tan siquiera quienes dieron su conformidad al acuerdo se dedican a exigir el cumplimiento de las compensaciones que dijeron haber arrancado. Y ahora, albarda sobre albarda, hay nuevas promesas -¡ahora se acuerdan de Campoamor y del Auditorio!- que tienden a ocultar que se están incumpliendo cuanto se había prometido para la aprobación del Palacio de Congresos.

En su momento desde este colectivo crítico ya manifestamos la desconfianza en el futuro del Palacio de Congresos, ni en La Sangueta ni en ningún otro lugar, pero ya que se decidió proyectarlo allí, estamos obligados a exigir que se cumpla aquello que se había decidido. Porque, ¿ se está haciendo el proyecto?, ¿por quién?. ¿Ha tenido la oposición alguna participación?. ¿Cuáles son los plazos establecidos?. ¿Se está buscando una nueva ubicación para los vecinos?. ¿Se están redactando los proyectos del paseo marítimo?. Pero, por encima de todo la pregunta fundamental consiste en averiguar si finalmente vamos a tener alguna vez el Palacio de Congresos, y si se va a ubicar en un edificio emblemático que mejore la imagen arquitectónica de nuestra deteriorada ciudad, aunque sea de un coste tan desorbitado como los que Calatrava ha construido en la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Porque aunque creamos que allí se haya despilfarrado el dinero, algunos efectos positivos tiene, y, al fin y al cabo, ¿por qué todo el despilfarro de la Generalitat en los últimos años se realiza en Valencia?. Tal vez sea porque nuestra cuotaparte se haya agotado con ese monumento zaplanista al derroche y al mal gusto que se llama Terra Mítica?, pero si es así, ¿qué quieren que les digamos?, a nosotros nos parece una injusticia.

Y por último un mensaje para quienes nos gobiernan. Decía Rabidranath Tagore que no es tarea fácil dirigir a los hombres; empujarlos al abismo, por el contrario, es muy sencillo. Y un deseo: en esta época de las nuevas tecnologías, sería bueno que algunos mejoraran los instrumentos técnicos con los que trabajan, por ejemplo los aparatos de fax. Así podrían llegar todos los mensajes que se envían. Aunque a algunos no les guste el contenido de alguno de ellos.

¡El último que apague la luz!

¡El último que apague la luz! La Rabassa morta es un contrato antiguo en Cataluña. Por él se transfiere el dominio útil de una tierra a condición de que se la convierta en viña. Y hay veces que un nombre marca el destino. Este lío de Rabasa, por no llamarlo de otra forma, se parece mucho al cuento de aquel jorobado, que en Las mil y una noches se atraganta con una espina y es dejado por muerto en varias casas sucesivas.
Como ya nos lo temíamos, les recordamos que nos encomendamos incluso a Dios padre, el Plan de Rabasa ha sido aprobado. Debe ser que Dios se encontraba agotado después de los esfuerzos para designar al "Pastor alemán" Benedicto XVI, o bien que poco puede hacer la Divina Providencia contra una mayoría de veintiséis concejales sobre veintisiete. Bueno ya lo tenemos aprobado, al menos en esta fase. No se preocupen, que no hay nada que no sea empeorable, y ya verán ustedes como en posteriores fases, todavía puede quedar peor. Y si eso no es posible, ya tendrán ocasión de ver en su ejecución como el Ayuntamiento empieza a liberar de compromisos a los adjudicatarios, precisamente esos compromisos que han servido para convencer a los ingenuos (si es que todavía quedan ingenuos en esta vida) en unos casos, y de coartada en otros. Y si no se lo creen, ya verán cómo eso es lo que termina ocurriendo. Y no nos cansaremos nunca de repetir que el modelo de lo que ocurrió con el contrato de basuras, con los cuatro ecoparques que desaparecieron por arte de birlibirloque, o el vertedero que ahora pretenden que pague la Unión Europea, es un modelo muy recurrente. Y muy lucrativo.

La verdad es que podríamos decir muchas cosas, pero la verdad es que entre Cantallops y el Secretario General de la Agrupación local del PSOE lo han dicho casi todo. Y lo que ellos no hayan dicho lo repite cualquier ciudadano medianamente informado que se precie de estar interesado por estos temas, y para qué quieren ver repetido ustedes lo que ya saben. Porque a los que están interesados, que son quienes leen -o escriben- sobre estos temas ya saben de qué va. Y si no están interesados, no nos va a leer, luego no queremos cansar con mayor bombardeo de información de la que ya han recibido en los últimos días.

Seguro que entre los que han votado a favor (si excluimos los/las que lo hayan hecho "por imperativo legal") no hay quien se pregunte cómo puede haber tanta distancia entre lo que piensan los ciudadanos y lo que hacen sus representantes. Seguro que quienes se siguen creyendo en posesión de la verdad absoluta (ya se sabe que quienes se creen en la verdad absoluta o son necios o esconden tras ellos ansias autoritarias), nos mirarán a esa mayoría como unos ignorantes que no hemos pasado tanto tiempo como ellos estudiando el expediente. O tal vez le sigan echando la culpa a la prensa, a la que s, pues sólo faltará que terminen llamando canallesca, y todo por tener una opinión diferente. Se tratará así de la "democracia de los bien informados" frente a la "democracia de los ignorantes". ¡Pues qué bien!

Pero en fin, como dijo Pilatos "quod factum, factum est", y como no tenemos ganas de liarla más, y dentro del afán constructivo en el que siempre nos movemos, vamos a realizar una serie de propuestas para tratar de desbloquear la situación.

Una primera propuesta consistiría en que se declararan en huelga de brazos caídos todos los concejales hasta las próximas elecciones. ¡Por Dios, que no hagan nada más! Se les seguiría pagando el sueldo, pues a buen seguro eso resultaría más rentable que sólo pagárselo si se dedican a una frenética actividad de terminar de destrozar lo poco que aun queda por destrozar.

La segunda puede ser más polémica, pero podemos abrir el debate. Se trataría de que Elche absorbiera este Municipio. Aún a riesgo de tenernos que tragar a Ortuño, siempre ese factor quedaría compensado con la sensatez que terminaría imponiendo Diego Maciá. Y estamos abiertos a que la fusión por absorción se hiciera con otro Municipio, si es que en estas tierras todavía quedan residuos militantes de un cierto anti-ilicitanismo.

La tercera solución, nuestra vena escéptica la hace ver cómo imposible. Se trataría de crear un frente ciudadano que reivindicara la rebeldía frente al abuso y las barbaridades que se están cometiendo en nuestra ciudad. Y volviéramos a la protesta. Dentro y fuera de los partidos. ¿Tendremos que volver a ir por las Asociaciones de Vecinos explicando lo que se ha hecho? ¿Tendremos que ir recogiendo firmas? ¿Tendremos que volver a manifestarnos? Al final van a tener razón quienes dicen que contra Franco (por supuesto, Francisco) vivíamos mejor. Y es que, si dijimos antes que el nombre en ocasiones marca los caminos del destino, la Rabassa morta, a principios del siglo XX fue motivo de conflictos entre campesinos y propietarios. Curiosidades del destino. Lo que ocurre es que siempre, el amable lector, se hace la misma pregunta ¿Por qué llevamos tanto tiempo de perturbación política por culpa de Rabasa que nos afecta tanto, personalmente, como la existencia en el trópico de la mosca del sueño, a la que odiamos únicamente por un sentimiento de humana solidaridad? Mire usted, amigo lector, como Don Quijote, algunos no nos cansamos de luchar contra molinos.
Pero en fin, mucho nos tememos que todo eso sean utopías, y al final nos quedemos con la resignación. Y por supuesto con el cotilleo y el dar pábulo al rumor. Y sobre todo, después de ver lo que están haciendo con nuestra ciudad, solo cabe pedir, que el último que quede que apague la luz.

¿Por qué lo llaman amor cuando deberían decir sexo?

¿Por qué lo llaman amor cuando deberían decir sexo? Lo de esta ciudad no tiene nombre. Si Dios no lo remedia, el próximo martes va a aprobarse la que, posiblemente, sea la más importante actuación urbanística de Alicante, y la expectación que ha levantado poco tiene que ver con el contenido de la propuesta. Mucho nos tememos que si de nuevo los concejales zaplanistas al mando de Ripoll no hubieran amagado con oponerse al Alcalde, el tema hubiera pasado desapercibido. Pero ya sabemos de antemano que la sangre no llegará al río y que, al final, todo el grupo del PP votará unido y a favor del proyecto. Los intereses mandan y aquí solo se trata de hacer un poco de ruido para que no se olviden de algunos, pero poco más.Pero la cuestión va mucho más allá. Es cierto que hay ciertas circunstancias que contribuyen a despertar un cierto morbo, y entre ellas no es la de menos el conocer quién es la empresa adjudicataria y beneficiaria del proyecto, que tanto interés despertó en el pasado por su tendencia a emplear a familiares de concejales, pero el morbo puede contribuir a hacer perder la perspectiva. Porque la cuestión no es esa, ni tan siquiera el contenido concreto del plan, ni su comparación con otras propuestas. La cuestión fundamental sigue siendo mucho más simple. Alguien debería dar respuesta a preguntas más simples, tales como: ¿por qué el Plan de Rabasa?, o ¿por qué ahora?.

Si tenemos en cuenta el desarrollo de Alicante, las actuaciones urbanísticas pendientes de realizar, el previsible crecimiento de los próximos años, en definitiva, cualquier indicador que se analice, no hay nada que haga pensar que existe urgencia en desarrollar un Plan de esa magnitud. Bueno es ser previsor, pero mucho nos tememos que con tanta previsión lo que se termina haciendo es condicionar el futuro de esta ciudad. En definitiva, atar de pies y manos a futuros gobiernos municipales, sean del color que sean. Y esa es una circunstancia tan determinante que debería ser motivo de un debate más sosegado.

Y no sólo más sosegado, sino más amplio. Porque no hay que olvidar que está pendiente de aprobación el Plan General de Ordenación Urbana, y debería ser en esa ocasión cuando se plantearan las cuestiones relativas al modelo de ciudad, en definitiva, dar respuestas tales como cuál es el modelo de Alicante que queremos o hacia dónde pensamos que debemos crecer. Pero no es eso lo que se hace. En lugar de un debate general, se va troceando el término municipal con actuaciones concretas, que pueden ser más o menos discutibles, pero que precisamente por ser parciales impiden la visión de conjunto.

Y tal vez sea eso lo que se pretenda, porque sorprende la noticia de que el Plan General hablase de cinco mil donde se construirán quince mil. Sorprende la inmediatez con la que se va a tramitar, incluso sorprende que ya se conozca hasta al empresario. Tendremos que esperar al pleno del martes para saber si aún se nos reserva alguna sorpresa más.

Y son otras las cuestiones que deberíamos plantearnos en lugar de proceder a actuaciones precipitadas. Por ejemplo, cuáles son las repercusiones del modelo de crecimiento de la ciudad al que nos está llevando el gobierno de Alperi, por ejemplo y sin ir más lejos en el deterioro del centro de Alicante, o la infradotación de los servicios básicos esenciales en ciertos barrios. Hace unos días cerraban los últimos cines que quedaban en el centro de Alicante, y con ocasión de la publicación de esa noticia, se recordaba que Alicante era la ciudad de España con mayor número de cines por habitante, y resulta que, si exceptuamos los Astoria, no queda ninguno en el centro. Y ese no es un hecho aislado ni que obedezca exclusivamente a razones de política comercial de las grandes distribuidoras cinematográficas. La razón fundamental hay que encontrarla en el modelo de ciudad al que se nos está llevando, modelo que consiste en desplazar la actividad comercial hacia los grandes centros comerciales situados en el extrarradio, con la consiguiente depreciación del centro tradicional como espacio de convivencia. Y ese es un modelo muy norteamericano que puede incluso tener sus defensores, pero ese no es el caso de Alicante. Aquí no ha habido ni tan siquiera una decisión a favor de un modelo de ciudad determinado, y es que eso sería muy complicado, porque precisaría de debate y de análisis de diferentes modelos. Nada de eso. Aquí se improvisa y como lo único que se pretende es poner en valor el suelo, pues la ciudad va creciendo a golpe de especulación, o mejor que creciendo, que no crece tanto como parece, se va desplazando de un lugar a otro sin responder a un criterio preestablecido. Ese es el modelo imperante en el Ayuntamiento de Alicante, y la prueba del nueve de esa realidad lo constituye el Plan de Rabasa. No se aprueba ese Plan porque sea necesario para los intereses generales de la ciudad, sino porque interesa a unos pocos.

Y no se nos diga que el Proyecto que va a ser adjudicado contempla la construcción de viviendas de protección oficial, porque ya sabemos de qué va eso, y de cómo para conseguir la adjudicación en ciertos concursos se presentan ciertos caramelitos (léase ecoparques por un ejemplo), que luego no se construyen. Si hay urgencia, que la hay, para construir viviendas de protección oficial, por qué no se construyen donde están previstas, tal y como nos recordaba hace unos días en estas mismas páginas el presidente de la Asociación de Vecinos de Rabasa.
Este plan, mirado con los ojos de un ciudadano normal, tiene mal color, huele raro. El crecimiento sin orden ni concierto que Alicante está sufriendo nos pasará a a los ciudadanos una factura muy alta. Por eso seguimos sin entender por qué llamarlo amor a esta ciudad cuando más parece que lo que se busca es sexo.

La tierra prometida

La tierra prometida Si en Alicante hablamos de la tierra prometida, el término bíblico nos lleva a hablar del Palacio de Congresos. Si a las tribus de Israel le costó varias generaciones llegar al lugar que Jehová les había prometido, no nos vamos a quedar a mucha distancia los alicantinos para tener algo que se promete insistentemente, pero nunca terminamos de ver cumplido en realidad, como es el Palacio de Congresos que para algunos parece ser la panacea universal. Y es que somos tan peculiares que gastamos años en definir algo que debería ser tan incuestionable como su ubicación. Bueno, incuestionable, a no ser que detrás de la elección del lugar haya intereses urbanísticos (¿les suena a ustedes raro eso de intereses urbanísticos en esta ciudad de perdición?). Así hasta hace pocos días había que pensar, al menos en cuatro posibles ubicaciones: el Benacantil, la estación de Murcia, Tabacalera, y la Sangueta, y como si se tratara de un equipo de fútbol, cada una de ellas tenía sus partidarios y sus detractores. Pero tal vez convenga, antes de entrar en discusiones que mucho tienen de bizantinas, pensar en lo que realmente representa un Palacio de Congresos en esta ciudad.Hace muchos años, Alperi aun estaba en la Cámara de Comercio, o en su «exitosa» vida de empresario, el alcalde Lassaletta creyó que esta ciudad necesitaba un recinto para atraer el turismo y dentro de esta opción, el turismo de calidad, el turismo de congresos. Después de mucho pensar tuvo encima de su mesa la idea de un Palacio de Congresos en Campoamor. El proyecto era más amplio porque formaba parte de un gran recinto cultural, y, además tenía la ventaja de que los terrenos pertenecían a la Diputación, con lo cual la construcción podía llevarse a cabo de forma rápida. Luna lo quiso poner en marcha y justo cuando ya se estaba negociando con los puestos del mercadillo, llegó don Luis a la Alcaldía. Ya habían pasado muchos años.
Alperi llegó con la Ciudad de la Luz bajo el brazo, hay que recordar aquella fiesta en el club de regatas con fuegos artificiales, en la que se vendía poco más de humo porque nadie, ni sus promotores, sabían lo que iba a ser la Ciudad de la Luz. Pero hacia esa entelequia iban a ir todas las inversiones y el proyecto del palacio se metió en un cajón y aquí paz y después gloria.
Con los años, el orondo alcalde de Alicante se dio cuenta de que esta ciudad necesitaba el dichoso palacio y propuso la peor ubicación que se le podía imaginar. De los litigios del Benacantil mejor no hablamos porque ocuparía el artículo entero, pero si tuvo un efecto positivo fue que generó una reacción en contra que demostró que, frente a las apariencias, esta sociedad no está muerta del todo.
Así es que, después de casi 15 años de tener la idea en la cabeza, ahora se ha llegado a un acuerdo para saber donde situarlo. ¡Alabado sea el Señor!, por seguir en terrenos bíblicos y por aquello de la tierra prometida.
Eso sí, el desgobierno actual, nos hace reflexionar sobre este asunto con cierto escepticismo. Como en cualquier grupo de gente, las opiniones son diversas. Unos creemos que ya iba siendo hora de que se aprobase aunque sea la declaración de intenciones para el susodicho palacio, y otros, vemos estupefactos como el propio PP se hace oposición, mientras el PSOE, imaginamos que por el bien del ciudadano, apoya a un alcalde en minoría en su propio grupo municipal.
Gracias a la oposición, a los del PP, nos hemos enterado que el palacio -cada vez que escribimos palacio nos parece que estamos hablando de algo fastuoso, algo así como una mansión para Luis XVI- va a tardar en convertirse en realidad, puede ser que un mínimo de diez años. La propia oposición, o sea, la parte del PP opuesta a Alperi, también tiene la mosca detrás de la oreja sobre el posible pelotazo urbanístico en donde el más beneficiado es un centro comercial que compró barato y que dentro de poco querrá vender cinco veces más caro a algún constructor con visión de futuro. O el beneficiado de siempre.
El caso, muy a grosso modo, es que después de que el proyecto Alperi haya dado el primer paso, el resto de ciudades de nuestro entorno ya tendrán sus propios centros de congresos, sabrán cómo atraerlos y.... al fin y al cabo no va a haber congresos para todos. Es decir, que para cuando esta ciudad esté preparada seguramente salga más barato hacer la reunión en la República Dominicana que venir a Alicante para encontrársela tan degradada como está. Eso sí, mientras tanto, unas novecientas personas vivirán en primera línea de costa y unos cuantos habrán hecho el negocio del siglo.
Pero lo que más nos sorprende, es que el PSOE no haya hecho el más mínimo alarde de desconfianza ante ciertos personajes que tiene fama de lo que tienen fama. ¿Los únicos que creen que Alperi nunca ha roto un plato son los regidores del grupo socialista? ¿Por qué no han dejado que Alperi se hunda con su propio grupo? En ocasiones la política no es una ciencia exacta, pero ¿quién pensaba que la oposición, es decir el PP, iba a votar en contra de su propio alcalde? Los socialistas lo único que han conseguido, a parte de una declaración de intenciones sobre un hipotético palacio al cual aun no han puesto las quince primeras piedras, como es habitual en los peperos, es darle un balón de oxígeno a un alcalde que cada día ve más cerca sus apoyos de Valencia que los de su propia ciudad. Y como nos descuidemos, y sabiendo que hay un buen número de socialistas que están en contra de cómo ha actuado en este tema su grupo municipal (¿será por eso por lo que Franco se ha ido a Cuba?), al final va a parecer la unidad del PP frente a la división del PSOE.
Pero no hay que olvidar cómo actúan los del PP. Nos cuentan que ahora hay que hacer un concurso público para elegir al arquitecto de tan magna edificación, sin embargo por otros lugares, cerca de la fontanería del president Camps, nos dicen que el arquitecto ya está designado. O sea, que la primera en la frente.
Y es que quien con niños se acuesta mojado se levanta. Así es que ya no se volverá a hablar de este tema hasta que los socialistas se sientan engañados por los populares, y entonces estos últimos, les recordaran hasta la saciedad que ellos votaron a favor en el pleno municipal.
Y ya por acabar y no ser pesados, lanzamos una pregunta al aire, ¿A qué espera el fiscal para investigar lo que pasa en el consistorio alicantino si hasta los del mismo partido del alcalde están diciendo a gritos que algo huele a podrido en el Ayuntamiento?
Y es que ya lo dijo John Keats refiriéndose a Arthur Cravan: «Los provocadores de naufragios no escriben su nombre más que sobre el agua».